La alegoría es un recurso estilístico común que puede encontrarse en muchos géneros literarios. Es uno de los tropos. La alegoría es un «discurso inauténtico», según su etimología del término griego «allegoria» (= lenguaje otro o disfrazado). Esto indica que las formulaciones originales ocultan el objeto literario real. En consecuencia, el lector debe descifrar lo que se dice.
¿Qué es exactamente una alegoría?
Si bien parece que la alegoría complica innecesariamente la comprensión del texto, el uso de este recurso estilístico facilita con frecuencia el acceso al tema que se aborda: es el caso, por ejemplo, de los conceptos abstractos (amor, justicia) o de las palabras poco manejables (muerte) que se hacen tangibles de inmediato al estar insertas en un contexto modificado.
En la alegoría se produce un cambio de significado, al igual que en la metáfora. Se requiere una descodificación para llegar al fondo del verdadero significado. Este salto mental a lo que realmente se quiere decir suele hacerse siempre de forma instintiva, especialmente en el uso cotidiano de la alegoría: la imagen velada se desvela espontáneamente, por así decirlo, a través del conocimiento existente del significado.
«Cupido» significa «amor», y «Justitia» significa «justicia».
«Parca» es una palabra que significa «muerte».
«Paz» está simbolizada por una paloma blanca.
En la poesía hay una alegoría
Si las personificaciones se utilizan normalmente para circunscribir conceptos abstractos en este breve tipo de alegoría, las capacidades reales de este elemento artístico se extienden mucho más allá de su uso como sinónimo algo más complicado o metáfora extendida. En consecuencia, los poemas, en particular, resultan con frecuencia una larga alegoría, que requiere una «traducción» del contenido para comprender la poesía.
Un ejemplo es «Dos velas» de Conrad Ferdinand Meyer (1882)
La profunda bahía azul está iluminada por dos velas.
¡A un vuelo pacífico, dos velas se hinchan!La sensación del otro del otro se estimula como uno en los vientos que se arquean y se mueven.
Uno desea apresurarse, mientras el otro se precipita; uno desea relajarse, mientras su amigo también descansa.
Aunque el poema trata aparentemente de las dos velas que le dan nombre, el verdadero significado está más allá del contenido literal:
Se trata de dos individuos autónomos que, sin embargo, están estrechamente asociados a las actividades respectivas de la otra mitad, como pone de manifiesto la atribución de «uno» y «del otro» en el segundo verso.
El hecho de que las «protuberancias» (mentales) de una «vela» entren en contacto con el «sentimiento» de la otra al mismo tiempo lleva a la conclusión de que este poema trata de una pareja de amantes. En la tercera estrofa, la pareja intenta (inconscientemente) sincronizar sus propios comportamientos con los de su pareja, y esta suposición se convierte en una certeza.